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Síndrome del bebé sacudido (SBS): El recorrido de una hipótesis no probada que llevó a prisión a personas inocentes

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¿Qué sucede cuando en el proceso judicial no se tienen en cuenta los avances médicos científicos?

En abril de 2022 presentamos un Amicus Curiae en el caso de José Manuel Vespa, quien fue condenado a 9 años de prisión por lesiones gravísimas a un bebé de 10 meses. La sentencia se basó en el testimonio de diversos profesionales médicos que sostuvieron la hipótesis del Síndrome del Bebé Sacudido (SBS) -una forma de lesión severa en la cabeza que presupone la existencia de maltrato infantil como única causa posible- provocado por Vespa, por ser la última persona que estuvo al cuidado del bebé. La argumentación presentada en el amicus, que buscaba la nulidad de la sentencia contra Vespa, se basó en el consenso médico científico más reciente que -mediante estudios y revisión de la evidencia disponible desarrollados en las últimas décadas- ha desestimado la hipótesis del Síndrome del Bebé Sacudido y su uso para dictar sentencias de culpabilidad por maltrato. Según estos estudios “la precisión diagnóstica resultante (de la hipótesis del Síndrome del Bebé Sacudido) se basa en un razonamiento circular y no en criterios científicos”(1).
Frente a estos argumentos, el Tribunal de Casación de la Provincia de Buenos Aires por mayoría rechazó la nulidad de la sentencia y se limitó a aseverar que estamos simplemente frente a «diferentes opiniones sobre el tema, ya suficientemente explicado y desarrollado por los especialistas que revisaron y trataron al menor damnificado», desconociendo la metodología científica en donde los saberes son provisorios y están siempre sujetos a revisión a la luz de nueva evidencia. La certeza absoluta que pretende el Tribunal para ratificar la condena de Vespa está más cercana al razonamiento alcanzado a través de un sesgo de confirmación, que selecciona de un conjunto de hechos aquellos que sustentan su postura y excluye las evidencias que descartan la validez de este “diagnóstico”.
El siguiente texto es una traducción de la declaración realizada por The Innocence Network sobre su posición con respecto al SBS, con algunas modificaciones que aplican a nuestro ámbito. Como miembro de esa Red, Innocence Project Argentina reafirma esta postura.

Declaración sobre el Síndrome del Bebé Sacudido/Traumatismo craneoencefálico por maltrato (SBS/AHT)

IEl síndrome del bebé sacudido (SBS), ahora más conocido como traumatismo craneoencefálico por maltrato (AHT, por sus siglas en inglés), es un diagnóstico médico-legal. Según la hipótesis SBS/AHT, los médicos infieren el maltrato a partir de una «constelación de hallazgos», la que requería, según lo que se creía en ese momento, un gran traumatismo para causarlos. Sin embargo, la única investigación científica independiente que se realizó hasta el año 2019 concluyó que la evidencia de SBS era «insuficiente» y poco confiable(2).
Hoy en día, sabemos que estos hallazgos se observan en una amplia gama de situaciones, incluidas las caídas en el hogar, enfermedades naturales y el parto. Además, la investigación independiente estableció que el diagnóstico nunca ha sido respaldado por evidencia confiable. Aún así, durante más de 40 años se ha utilizado para enviar a prisión a un número incalculable de personas inocentes, en la que puede ser la mayor causa de condenas erradas hasta la fecha.
Innocence Network está muy preocupada al respecto. A pesar de los hallazgos de esta investigación independiente y de otros desarrollos que socavan los principios básicos de SBS/AHT, los procesamientos y las condenas continúan, y no ha habido un intento sistemático de identificar y corregir condenas erróneas.

Origen

El Comité sobre Maltrato y Negligencia Infantil de la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP, por sus siglas en inglés) emitió un «Informe técnico» sobre el SBS en 2001, el cual explicaba que el Dr. A. Norman Guthkelch planteó la hipótesis en 1971 de que el sacudir podría desgarrar las venas puente y causar un sangrado subdural en los bebés, sin signos de trauma externo o impacto(3). Un año después, “el radiólogo pediátrico John Caffey popularizó el término “síndrome del bebé sacudido por latigazo cervical” para describir una constelación de hallazgos clínicos en bebés, compuestos por «hemorragias retinianas, subdurales y/o hemorragias subaracnoideas, y poca o ninguna evidencia de traumatismo craneal externo”(4).
A pesar de la escasez de pruebas y de la falta de validación para respaldar el «diagnóstico» o sus criterios, el SBS se aceptó rápidamente como un hecho y se convirtió en un diagnóstico médico arraigado. En 1993, la AAP respaldó formalmente la hipótesis del SBS(5), lo que fue seguido por otras importantes organizaciones médicas. En 1997, la creencia prevaleciente, tal como se propagaba en los principales libros de texto, era que “el SBS generalmente produce un diagnóstico consistente en una tríada de lesiones, que incluye inflamación cerebral difusa, hemorragia subdural y hemorragias retinianas. Esta tríada debe considerarse virtualmente patognomónica de SBS en ausencia de fuerza contundente extraordinaria documentada, como un accidente automovilístico”(6).
En 2001, el Informe Técnico de la AAP describió el SBS como “una condición médica claramente definible” y reafirmó que los datos “respaldan la necesidad de una presunción de maltrato infantil cuando un niño menor de 1 año ha sufrido una lesión intracraneal”(7).

Desmantelamiento de la hipótesis no probada

En 2012, el Dr. Guthkelch –el ampliamente elogiado fundador de la hipótesis SBS– aclaró que “SBS y AHT son hipótesis que se han propuesto para explicar hallazgos que aún no se comprenden por completo. No hay nada de malo en avanzar tales hipótesis; así es como progresa la medicina y la ciencia. Sin embargo, es erróneo no advertir a los padres y a los tribunales cuando se trata de meras hipótesis, no de hechos médicos o científicos probados”(8).
Al señalar la importancia de «hacerlo bien», el Dr. Guthkelch solicitó una evaluación científica de la base de evidencia para SBS/AHT. “Dado que el problema no es lo que piensa la mayoría de los médicos (o abogados), sino lo que está respaldado por evidencia científica confiable, la evidencia debe ser revisada por personas que no tengan ningún interés personal en el asunto y que tengan una base sólida sobre los principios científicos básicos, incluyendo la diferencia entre hipótesis y evidencia”(9).
A partir de 2014, un cuerpo neutral de expertos hizo exactamente lo que había sugerido el Dr. Guthkelch. La Agencia Sueca para la Evaluación de Tecnologías Sanitarias y Evaluación de Servicios Sociales (SBU, por sus siglas en inglés), una de las organizaciones de evaluación médica más antiguas del mundo, nombró un panel de expertos para revisar la calidad científica de la base de evidencia del SBS para asesorar si el SBS es un diagnóstico confiable(10). Durante más de dos años, el grupo de expertos formuló su estudio y revisó sistemáticamente la bibliografía; los hallazgos del grupo luego fueron revisados ​​por tres juntas científicas dentro de la SBU y evaluados por científicos externos antes de ser publicados en 2016(11). Los autores también publicaron sus hallazgos en una revista médica revisada por pares en 2017, la que explicaba que “[e]l principal problema de las publicaciones revisadas fue el alto riesgo de sesgo debido al razonamiento circular…”(12).
El Informe SBU encontró que no existen estudios de alta calidad que respalden la existencia del SBS. Ningún estudio se basó en evidencia del SBS que haya sido presenciada de forma independiente o grabada en video. En cambio, se basan principalmente en las evaluaciones de los «equipos de protección infantil» que «suponen ampliamente que cuando la tríada está presente, el bebé, por defecto, ha sido violentamente sacudido. Dado que esta suposición se utiliza como estándar de oro, la precisión diagnóstica resultante –y extremadamente alta– de la tríada se basa, obviamente, en un razonamiento circular y no en criterios científicos”(13). Con la excepción de dos estudios basados ​​en confesiones, todos los estudios que respaldan el SBS son de “baja calidad” y conllevan un alto riesgo de sesgo, debido al razonamiento circular(14).
Si bien los dos estudios sobre confesiones fueron considerados de calidad moderada, también tienen fallas metodológicas, incluida la circularidad(15). Quizás aún más importante, las confesiones no son evidencia científica (16) y conllevan un enorme riesgo de error. Innocence Network es muy consciente de la prevalencia de las confesiones falsas y tiene serias preocupaciones con respecto a cualquier diagnóstico o testimonio de expertos que se base en confesiones. La ciencia, a partir de los avances científicos en el ADN, ha demostrado que las personas confiesan crímenes que no cometieron con una regularidad preocupante. Aproximadamente el 25% de todas las exoneraciones de ADN en los Estados Unidos involucraron una confesión falsa o una declaración de culpabilidad. Además, se ha determinado que algunas confesiones de SBS/AHT revisadas por los tribunales fueron coaccionadas(17) o se basaron completamente en la información que se les proporcionó como un hecho médico y, por lo tanto, como señaló un tribunal, “no tienen valor como prueba”(18). Un diagnóstico médico-legal basado, principalmente, en confesiones no es fiable.
Después de considerar toda la evidencia, el Informe SBU concluyó que: “No hay evidencia científica suficiente para evaluar la precisión diagnóstica de la tríada en la identificación de sacudidas traumáticas (evidencia de muy baja calidad)”(19). Este Informe advirtió que, dada la falta de evidencia, sería “incompatible tanto con los deberes profesionales de los médicos como con las normas relativas a la certificación legal” dar una opinión definitiva de que un niño fue sacudido en base a la tríada(20).
Los miembros de Innocence Network han revisado colectivamente más de 100 condenas que se basaron en el testimonio médico de que la tríada o la hemorragia retiniana y/o subdural como prueba médica del SBS/AHT. Con base en gran parte –o exclusivamente– en dicho testimonio, padres, madres y cuidadoras/es descritos como cariñosos/as, tranquilos/as y afectuosos/as han sido declarados/as culpables de agresión y asesinato y enviados/as a prisión. Estos casos deben ser identificados y evaluados sistemáticamente.
Incluso antes del Informe SBU, el debate había comenzado a acelerarse en los tribunales y en la literatura médica, científica y legal sobre si se puede diagnosticar de manera confiable el SBS o cualquier forma de maltrato a partir de esta constelación de hallazgos(21). En 2009 la AAP emitió un nuevo informe en el que revisó la posición que había tomado sobre SBS/AHT en su informe técnico de 2001. En este nuevo informé señaló que “pocos diagnósticos pediátricos generan tanto debate como AHT. La controversia se alimenta” en parte porque “no existe una prueba única o simple para determinar la precisión del diagnóstico y las consecuencias legales del diagnóstico pueden ser muy significativas”(22). Esta revisión también eliminó sus afirmaciones anteriores de que la evidencia respaldaba la necesidad de presumir que hubo maltrato y que la constelación de lesiones no se produce con caídas cortas.
La controversia de larga data sobre el diagnóstico de SBS/AHT y, por lo tanto, las razones, son suficientes en sí mismas para que los tribunales excluyan el testimonio de expertos y revoquen las condenas basadas en este diagnóstico poco confiable. Ahora, sin embargo, hay más que una polémica. Existe un acuerdo generalizado de que los estudios que respaldan el SBS/AHT están plagados de razonamientos circulares(23), que las declaraciones de consenso anteriores de las principales asociaciones médicas estaban equivocadas y que la mejor (y quizás la única) evidencia que respalda el diagnóstico son las supuestas confesiones de los padres, madres y cuidadoras/es acusadas/os(24). Lo que es más importante, existe una confirmación por parte de una agencia científica independiente de que la base de pruebas no es confiable(25). Estos desarrollos son más que suficientes para que los tribunales se sientan seguros de que los diagnósticos de SBS/AHT o cualquier diagnóstico de maltrato basado en la presencia de hemorragia retiniana y subdural no cumplen con las pruebas de admisibilidad de Frye y Daubert(26), y mucho menos constituyen prueba de culpabilidad suficiente para separar a una familia o respaldar una condena.

Error pasado

Hoy en día existe un acuerdo generalizado sobre la existencia del error pasado. Por ejemplo, el Informe técnico del SBS de 2001 de la AAP afirmó lo que entonces era la creencia ampliamente aceptada pero errónea de que “la constelación de estas lesiones no ocurre con caídas cortas”(27), y que las hemorragias retinianas solo ocurren con accidentes automovilísticos severos o caídas desde varios pisos(28). Estas afirmaciones estaban equivocadas.
Los estudios biomecánicos y los accidentes presenciados y grabados en video han establecido repetidamente que las caídas accidentales en el hogar pueden, de hecho, causar estos hallazgos(29). Como determinó un tribunal al anular una condena injusta, “la creencia mayoritaria en 2001-2002, defendida por los testigos expertos de la fiscalía en el juicio relacionada con que los niños no mueren por caídas cortas, se ha demostrado que es falsa”(30). En el nuevo informe de 2009, la AAP eliminó su afirmación anterior de que las caídas cortas no causan la constelación de lesiones y, en cambio, señaló que el diagnóstico de AHT es controvertido, en parte, porque «los mecanismos y las lesiones resultantes de las lesiones craneales accidentales y abusivas se superponen…»(31). Sin embargo, no ha habido ningún intento sistemático de localizar y corregir las condenas injustas que se han basado en testimonios de expertos que ahora sabemos que eran falsos.
Además, los procesamientos en tales casos continúan rechazando las explicaciones de los padres y cuidadores sobre las caídas a favor de los diagnósticos de maltrato, con base en la falacia ecológica de que, debido a que las caídas cortas rara vez causan tales hallazgos y la muerte, no causaron los hallazgos y/o muerte en casos específicos. Esta área de la medicina ha requerido, y continúa requiriendo, más evidencia para probar explicaciones inocentes que para presumir la culpabilidad. Durante décadas, padres, madres y cuidadoras/es han llevado a sus hijos a recibir atención médica ante una caída. Si las pruebas revelaban hemorragias subdurales y retinianas, particularmente en un niño que murió, los profesionales médicos concluían que los dichos del cuidador eran falsos y que la “historia discrepante” proporcionaba evidencia adicional de maltrato. No fue hasta que hubo múltiples caídas cortas presenciadas de forma independiente o grabadas en video que dieron como resultado estos hallazgos, sumado a estudios biomecánicos que confirmaron que las fuerzas de las caídas cortas alcanzan los niveles de umbral para lesiones, que estas explicaciones inocentes comenzaron a aceptarse incluso ocasionalmente. En cambio, para presumir la culpabilidad no se ha requerido un nivel de prueba similar, sino únicamente la presencia de los hallazgos de la tríada.
Además de los errores en caídas cortas, la lista de condiciones médicas asociadas con hemorragias retinianas y subdurales continúa ampliándose(32). Aunque estos hallazgos alguna vez se consideraron «patognomónicos» del SBS/AHT, ahora sabemos que se observan en una amplia variedad de procesos naturales. Un estudio mostró que el 46% de los recién nacidos asintomáticos tienen hemorragia subdural, y uno de ellos desarrolla posteriormente una hemorragia no traumática más grande que se observa a los 26 días de vida(33). Si bien los defensores del SBS/AHT hacen referencia a las fuerzas principales de situaciones como accidentes automovilísticos y caídas de varios pisos, los hallazgos médicos a menudo incluyen solo una pequeña cantidad de sangre fuera del cerebro, una cantidad aún menor de sangrado detrás de los ojos y/o un cerebro que carece de oxígeno. Ahora se sabe que todos estos hallazgos ocurren en una amplia gama de situaciones, tanto naturales como accidentales.
A pesar de estos avances y los problemas con la base de evidencia, los defensores del SBS/AHT continúan haciendo el diagnóstico y testificando que, en su opinión experta, los niños fueron abusados. Además, continúan menospreciando, amenazando e intentando intimidar a los expertos que cuestionan el diagnóstico y/o testifican en nombre de los cuidadores, pidiendo censura, terminación del empleo, remoción de licencias y otras sanciones(34). Si bien esto no es inaudito de cara a un gran cambio de paradigma, tal intimidación ha impedido la administración de justicia, así como la provisión de la mejor atención médica posible para los niños enfermos.

Recomendaciones

Con el fin de identificar y corregir condenas injustas, prevenir la condena futura de padres, madres y cuidadoras/es inocentes, y mejorar la confiabilidad del proceso legal en estos casos, Innocence Network recomienda lo siguiente:
1. Las condenas en las que peritos de la fiscalía brindaron declaraciones que ahora se sabe que son falsas, como rechazar una caída accidental o testificar que las hemorragias retinianas o subdurales son causadas solo por maltrato o trauma mayor equivalente a un accidente automovilístico, deben identificarse y anularse si ese testimonio fue valorado para condenar.
2. Los procesos no deben basarse en pruebas médicas poco fiables. El testimonio de un experto que pretenda “diagnosticar” SBS/AHT o cualquier forma de maltrato basado en la presencia de hemorragia retiniana y/o subdural no debe admitirse porque no es confiable. Los expertos que testifiquen sobre tales diagnósticos deben informar a los tribunales que el diagnóstico SBS/AHT nunca ha sido validado, que se basa en un razonamiento circular y, en el mejor de los casos, que está respaldado por confesiones que no han sido comprobadas de forma independiente.
3. No se debe permitir el testimonio de expertos en casos de SBS/AHT que pretendan identificar la conducta (actus reus) y el estado mental (mens rea, por ejemplo, intencional, imprudente, a sabiendas o similares) de un tercero, ya que no es potestad del perito definirlo, sino de jueces o jurados.
4. Dado que las causas de la hemorragia subdural y retiniana involucran interrogantes científicos sin resolver, los expertos que investigan o testifican sobre otras condiciones asociadas con estos hallazgos deben poder hablar, testificar, realizar investigaciones y expresar sus opiniones sin la amenaza de censura personal o profesional, intimidación o sanción.
5. Se debe considerar seriamente la sugerencia del Dr. Guthkelch y otros expertos de cambiar la terminología médica en esta área para distinguir entre hallazgos médicos y conclusiones legales. El «traumatismo crenoencefálico por maltrato» y el «síndrome del bebé sacudido» no describen hallazgos médicos, sino que invocan una conclusión legal que va más allá de lo que la ciencia médica puede respaldar. El Dr. Guthkelch observó que un nombre más apropiado podría ser “hemorragia retinodural de la infancia” con o sin encefalopatía, porque “esto nos permitiría investigar la causalidad sin dar la impresión de asumir que ya conocemos la respuesta”(35).

(1) Ver Måns Rosén et al., Shaken Baby Syndrome and the Risk of Losing Scientific Scrutiny, 106 ACTA PAEDIATR. 1905 (2017). Los expertos designados incluyeron dos pediatras, así como expertos en medicina forense, radiología, epidemiología médica y ética médica y de investigación. Cuatro de los expertos procedían del Instituto Karolinska, que otorga el Premio Nobel de Fisiología o Medicina.
(2) Swedish Agency for Health Technology Assessment and Assessment of Social Services, Traumatic Shaking: The Role of the Triad in Medical Investigations of Suspected Traumatic Shaking–A Systematic Review, (2016) [en adelante, “Informe SBU”]. Publicado en inglés en 2017. Disponible en: http://www.sbu.se/en/publications/sbu-assesses/traumatic-shaking–the-role-of-the-triad-in-medicalinvestigations-of-suspected-traumatic-shaking/.
(3) Am. Acad. Pediatr., Committee on Child Abuse & Neglect. Shaken Baby Syndrome: Rotational Cranial Injuries-Technical Report. 108 PEDIATRICS 206 (2001) [en adelante, “informe técnico 2001 de la AAP sobre SBS”].
(4) Id. en 206.
(5) Am. Acad. Pediatr., Committee on Child Abuse & Neglect. Shaken Baby Syndrome: Inflicted Cerebral Trauma. 92 PEDIATRICS 872 (1993).
(6) Robert A. Kirschner, The Pathology of Child Abuse, in THE BATTERED CHILD 272-73 (Mary E. Helfer et al. eds., 5th ed. 1997).
(7) Informe técnico 2001 de la AAP sobre SBS en 206-09.
(8) A. Norman Guthkelch, Problems of Infant Retino-Dural Hemorrhage with Minimal External Injury. 12 HOUS. J. HEALTH L. & POL’Y 201, 202 (2012).
(9) Id. en 207-08.
(10) Rosén, supra nota.
(11) Niels Lynøe, Göran Elinder et al., The Swedish Systematic Review is Not Flawed and Should Not be Ignored, ACTA PAEDIATR. (2018) DOI:10.1111/apa.14575.
(12) Niels Lynøe et al., Insufficient Evidence For ′Shaken Baby Syndrome′ ‐ A Systematic Review, 106 ACTA PAEDIATR. 1021 (2017).
(13) Rosén, supra nota 10, en 1907.
(14) Informe SBU, supra nota 2, en 22-25.
(15) Un estudio revisó casos que habían sido clasificados como sacudidas abusivas y no encontró diferencias entre aquellos donde hubo confesiones y aquellos donde no las hubo. Catherine Adamsbaum et al., Abusive Head Trauma: Judicial Admissions Highlight Violent and Repetitive Shaking, 126 PEDIATR 546 (2010). El otro estudio comparó casos en los que se confesó que hubo maltrato con casos de accidentes comprobados, sin proporcionar detalles de las confesiones. Matthieu Vinchon et al., Confessed Abuse Versus Witnessed Accidents in Infants: Comparison of Clinical, Radiological, and Ophthalmological Data in Corroborated Cases, 26 CHILD’s NERV. SYST. 637 (2010). Para discusión sobre cuestiones metodológicas, ver Måns Rosén et al., Vinchon’s Responses Raise Additional Questions about the Shaken Baby Study, 34 CHILD NERV. SYST. 11 (2018).
(16) Adamsbaum, supra nota 15, at 553 [“La principal limitación de este estudio es que las confesiones de los perpetradores no son evidencia científica…”]. Ver también SM Kassin, SA Drizin, et al. Police-Induced Confessions: Risk factors and Recommendations. 34 LAW HUM. BEHAV. 3 (2010).
(17) People v. Thomas, 8 N.E.3d 308, 316 (N.Y. 2014) (La policía amenazó con arrestar a la esposa de Thomas si no confesaba y le dijo 21 veces que los médicos no podían tratar de salvar a su hijo hasta que confesara, lo que finalmente provocó que el padre aceptara que había hecho lo que afirmaba que debía haber hecho; “no hay un solo hecho inculpatorio en la confesión del acusado que no le haya sido sugerido”). En el nuevo juicio, Thomas fue absuelto rápidamente.
(18) Aleman v. Village of Hanover Park, 662 F. 3d 897, 907 (7th Cir. 2011) (El juez Posner explicó cómo se le dijo a la cuidadora del niño que la única explicación médica para la lesión del niño era que fue sacudido, y la cuidadora asumió que la sacudida que le había realizado al menor para revivirlo, sin importar cuán suave hubiera sido, debió haber causado las lesiones).
(19) Informe SBU, supra nota 2, en 5.
(20) Id. en 66.
(21) Courts: ver, por ejemplo, Gimenez v. Ochoa, 821 F. 3d 1136, 1145 (9th Cir. 2016) (existe “un vigoroso debate sobre su validez dentro de la comunidad científica… El debate continúa hasta el día de hoy”); Del Prete v. Thompson, 10 F. Supp. 3d 907, 957 n. 10 (N.D. Ill. 2014) (la evidencia actual “sugiere que la afirmación del síndrome de bebé sacudido es más un artículo de fe que una proposición científica”); Commonwealth v. Millien, 50 N.E.3d 808, 826 (Mass. 2016) (“hay un debate vigoroso sobre este tema”); Commonwealth v. Epps, 53 N.E.3d 1247, 1267 (Mass. 2016) (discutiendo «temas muy debatidos» con respecto a caídas cortas y sacudidas y «artículos publicados que identificaron las deficiencias metodológicas de la investigación que respaldan la opinión mayoritaria sobre el síndrome de bebé sacudido”); In re Yarbrough Minors, 885 N.W.2d 878, 890 (Mich. Ct. App. 2016) (“La ciencia que gira en torno a los casos de síndrome de bebé sacudido y otras formas de maltrato infantil es muy controvertida…”); People v. Ackley, 870 N.W.2d 858, 864 (Mich. 2015) (existe una “controversia destacada dentro de la comunidad médica con respecto a la confiabilidad de los diagnósticos de SBS/AHT”); State v. Edmunds, 746 N.W.2d 590, 596 (Wis. Ct. App. 2008) (reconociendo un “debate significativo y legítimo en la comunidad médica”). Revistas médicas: por ejemplo, la revista “Forensic Science, Medicine and Pathology” invitó a una serie de artículos de debate sobre este tema. El artículo de apertura, si bien apoya el diagnóstico, señala que AHT, o SBS “como se le conocía, se ha convertido en un área muy polémica y debatida en el campo de la patología forense y la medicina de bebés y niños pequeños”. Ver Roger Byard, “Shaken Baby Syndrome” and Forensic Pathology: an Uneasy Interface, 10 FORENSIC SCI. MED. PATHOL. 239, 239 (2014); ver también, por ejemplo, JW Finnie et al., Neuropathological Changes in a Lamb Model of Non-Accidental Head Injury (the Shaken Baby Syndrome), 19 J. CLIN. NEUROSCI. 1159 (2012) (“Los aspectos patológicos y biomecánicos de este trastorno pediátrico siguen siendo controvertidos…”); Evan Matshes et al., Shaken Infants Die of Neck Trauma, Not of Brain Trauma, 1 ACAD. FORENSIC PATHOL. 82 (2011) (“Sin embargo, en la comunidad forense y legal existe una controversia constante sobre la definición, el diagnóstico e incluso la existencia misma de SBS”). Para una discusión detallada de la naturaleza y el alcance de la controversia SBS/AHT, ver Randy Papetti, THE FORENSIC UNRELIABILITY OF THE SHAKEN BABY SYNDROME § 4.1 (Christopher Milroy ed. 2018).
(22) Cindy W. Christian et al., Committee on Child Abuse and Neglect of the Am. Acad. Pediatr., Abusive Head Trauma in Infants and Children. 123 PEDIATRICS 1409 (2009).
(23) Shalea Piteau et al., Clinical and Radiographic Characteristics Associated with Abusive and Nonabusive Head Trauma: A Systematic Review, 130 PEDIATRICS 1, 7 (2012) (Una revisión sistemática de la «mejor evidencia disponible» diseñada para ayudar a los médicos de primera línea en la «difícil tarea de distinguir entre AHT y no-AHT» encontró que los mejores estudios que respaldan el diagnóstico están «llenos de razonamiento circular»).
(24) Del Prete v. Thompson, 10 F. Supp. 3d 907, 936-37 (N.D. Ill. 2014) (La Dra. Carol Jenny, una destacada partidaria del diagnóstico, explicó en su testimonio que “uno de los mejores capítulos” del “texto definitivo sobre maltrato infantil”, que ella editó, “establece que nadie ha reunido un argumento coherente para apoyar” la hipótesis de la sacudida como un mecanismo causal para la lesión en la cabeza, y que la única base de evidencia para esta proposición consiste en las confesiones del perpetrador”).
(25) Informe SBU, supra nota 2.
(26) Ver, State v. Jacoby, No. 15-11-0917-I, 2018 WL 5098763, en *12 (Super. Ct. N.J. Aug. 17, 2018) (“[E]l tribunal determina que actualmente no hay evidencia suficientemente confiable ni consenso general en la comunidad científica y médica en cuanto a la edad y la causa de las hemorragias retinianas para satisfacer el estándar de Frye. Como tal, la evidencia de hemorragia retiniana en este el caso no es admisible”); Evan Matshes & Randy Papetti, Law, Child Abuse, and the Retina, The Champion 38, 42 (Dec. 2018) (“A pesar de que las creencias sobre las hemorragias retinianas fueron ampliamente aceptadas durante décadas, y muchos médicos pediátricos aún se aferran a ellas, carecen de la fiabilidad suficiente para fines legales…”).
(27) Informe técnico 2001 de la AAP sobre SBS, supra, nota 3, en 206.
(28) Ver Rob Parrish, U.S. Dep’t of Justice, Battered Child Syndrome: Investigating Physical Abuse and Homicide, en 7-8 (4th printing 2002).
(29) Ver, e.g., John Plunkett, Fatal Pediatric Head Injuries Caused by Short-Distance Falls, 22 AM. J. FORENSIC MED. PATHOL. 1 (2001); A. K. Ommaya et al., Biomechanics and Neuropathology of Adult and Pediatric Head Injury, 16 BRIT. J. NEUROSURG. 220 (2002); Werner Goldsmith, John Plunkett, A Biomechanical Analysis of the Causes of Traumatic Brain Injury in Infants and Children, 25 AM. J. FOR. MED. PATHOL. 89 (2004). Para un resumen detallado de la literatura sobre la biomecánica, ver Papetti, supra nota 21 § 3.1.1. 8
(30) People v. Bailey, 999 N.Y.S.2d 713, 724 (Crim. Ct. Monroe Cty. 2014), aff’d, 41 N.Y.S.3d 625 (App. Div. 2016); ver también Commonwealth v. Millien, 50 N.E.3d 808, 817-18, 821 (Mass. 2016) (expresando «serias dudas sobre si el veredicto del jurado habría sido el mismo» si el jurado hubiera escuchado el testimonio de expertos de que las lesiones del niño podrían haber sido por la caída descrita por Millien); Commonwealth v. Epps, 53 N.E.3d 1247, 1267 (Mass. 2016) (“Tenemos una duda seria… si el veredicto del jurado hubiera sido el mismo si el jurado hubiera escuchado el testimonio de expertos [ahora disponible] sobre la posibilidad de que las caídas cortas puedan causar lesiones graves en la cabeza en niños pequeños.”); Ex Parte Henderson, 384 S.W.3d 833, 834 (2012) (ningún jurado razonable habría condenado a la luz de la nueva evidencia de testigos expertos de que la caída accidental sobre el cemento descrita en el juicio podría haber causado las lesiones y la muerte del niño).
(31) Christian, supra nota 22.
(32) Las asociaciones más comunes para la tríada y sus componentes incluyen coagulopatías, enfermedades metabólicas, condiciones genéticas, trastornos inflamatorios, infecciones, hipoxia y condiciones prenatales y perinatales. Ver, por ejemplo, Andrew P. Sirotnak, Medical Disorders that Mimic Abusive Head Trauma, in Abusive Head Trauma in Infants and Children: A Medical, Legal, and Forensic Reference, 191-226 (G.W. Med. Publ’g 2006); Patrick D. Barnes, Imaging of Nonaccidental Injury and the Mimics: Issues and Controversies in the Era of Evidence-Based Medicine, 40 RADIOL. CLIN. N. AM. 205 (2011); Sandeep Narang, A Daubert Analysis of Abusive Head Trauma/Shaken Baby Syndrome, 11 HOUS. J. HEALTH LAW & POL NEUROSURG. 128 (2011) Apéndices B, C; Cindy Christian, Lisa J. States, Medical Mimics of Child Abuse, 208 AM. J. ROENT. 982 (2017); Informe SBU, supra nota 2, Apéndice A.
(33) V. J. Rooks et al., Prevalence & Evolution of Intracranial Hemorrhage in Asymptomatic Term Infants, 29 AM. J. NEURORADIOL. 1082, 1085, 1087 (2008).
(34) Ver, por ejemplo, Papetti, supra nota 21, § 4.2.
(35) Guthkelch, supra nota 8, en 202.