Entrevistas
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Andrés Rieznik es doctor en física, neurocientífico y profesor de la Universidad Torcuato Di Tella, donde dicta la materia Comportamiento Humano y algunas clases de neurociencia. Pero además, su pasión por la divulgación científica lo llevó a la televisión, en donde conduce un programa, “La liga de la ciencia”, e intenta acercar conceptos áridos y complejos a un público mucho más amplio.
Su libro Tabú (publicado hace unos meses por El gato y La Caja) parte de una pregunta: ¿cómo se conectan la ciencia y la moral? Y promueve un diálogo fundamental que nos acerca a los descubrimientos y tecnologías más recientes en diferentes áreas de la ciencia, para pensar en las implicaciones que pueden tener sobre nuestra vida social, nuestras decisiones y preocupaciones.
En este encuentro con Innocence Project Argentina (IP) quisimos explorar algunas de sus ideas e intentar extrapolarlas a la relación entre la ciencia y el derecho penal.
IP: En tu libro “Tabú” mencionás que la ciencia es un “valor en sí mismo”, ¿podrías ampliar esta idea para nosotros?
A.R: Tengo una concepción de ciencia que es más amplia de la que generalmente se tiene, porque mucha gente asocia ciencia a ciencias duras y para mí ciencia es llegar a las verdades a través de razonamientos y evidencias. Y en este sentido, creo que la ciencia también es un valor moral, porque aceptar que esa es la forma que debemos usar para llegar a las verdades —y no, por ejemplo, la tradición o la revelación o la autoridad— es la única alternativa compatible con el principio de igualdad, y no hay una forma de probarlo. Si no aceptás el valor de la evidencia ¿qué evidencia puedo darte para que lo aceptes? Si vos no aceptás el valor de la lógica ¿qué razonamiento puedo hacer para que lo aceptes? Es imposible. Y en ese sentido, la ciencia debe ser asumida como un valor moral, como una forma moralmente aceptable de llegar a las verdades.
Es que aceptar esto también tiene que ver con aceptar el principio de igualdad, un principio que toda persona razonable va a terminar aceptando después de suficiente discusión y suficiente intercambio de ideas, en un ámbito de libre expresión. El principio de igualdad nos dice que a pesar de que los seres humanos somos diferentes, nuestros intereses deben ser considerados por igual. Y, si nuestros intereses deben ser considerados por igual, entonces las otras formas de establecer verdades (la tradición, la revelación o la autoridad), dejan de ser válidas porque no respetan este principio.
En ese sentido es indistinguible la ciencia como valor moral, del principio de igualdad como valor moral.
IP: ¿Cómo funciona el método científico? ¿Cómo se hace un acercamiento científico a una pregunta o problema?
AR: A mí no me gusta mucho usar la palabra método científico, porque siempre me parece algo estructurado y siempre puedo hallar ejemplos de verdades científicas que se encuentran y que no encajan con esa forma supuesta de llegar a verdades a través de ese método científico.
Creo que la ciencia está en constante redefinición y lo único que podemos decir al respecto de cómo encontramos verdades científicamente es que tratamos de usar evidencias y razonamientos. De nuevo, volvemos al principio, ¿qué quiere decir buscar evidencias y razonamientos? Son palabras que creo que tenemos que aceptar, asumimos que todos le damos un uso en común, aunque vayamos redefiniendo constantemente su significado.
Creo que la razonabilidad de las ideas es lo más profundo que podemos llegar a la hora de explicar cómo llegamos a verdades. A la hora de discutir qué es la razonabilidad creo que tenemos que hacerlo a través de analogías, de debates, de pensar las cosas. No hay una forma establecida de decir esto es razonable y esto no.
¿Cuáles son razonamientos válidos y evidencias válidas? Tiene que ver con un debate social y con un contexto de libre expresión de las ideas, que va logrando que las personas converjan hacia aquello que creen que es verdad, como que uno más uno es dos.
Creo que lo mismo pasa con las verdades morales. A lo largo de la historia hemos logrado establecer verdades que lo que hicieron fue extender el círculo de personas que estamos dispuestos a considerar en pie de igualdad con nosotros. Al principio de la historia, por ejemplo, era más bien la tribu y después eso se extendió al pueblo y después a las ciudades. Hoy en día, todos estamos de acuerdo en que existen derechos humanos universales. Creo que eso fue fruto de un proceso en el que se fueron estableciendo verdades cada vez más razonables sobre cómo tenemos que comportarnos con los demás. Y en ese sentido es que es difícil decir: aplicamos el método científico para llegar a estas verdades. Bueno, aplicamos razonamientos, evidencias, debates, charlas, conversaciones y hemos logrado avanzar, hacer ideas en común.
IP: Todo se complica un poco más cuando cruzás ciencia con derecho penal. La justicia penal tiene que tomar decisiones en un momento sobre la vida de las personas, decisiones que pueden implicar que esa persona esté años en la cárcel. ¿Cómo pensás vos este encuentro entre ciencia y proceso penal?
AR: Me imagino que deben ser consideradas en el proceso penal, como camino para establecer verdades, algunas formas muy, muy robustas que se han discutido durante mucho tiempo y que han sido testeadas por suficiente cantidad de personas como para decir que son válidas. Es necesario que la probabilidad de error a la hora de establecer un vínculo o un hecho real sea muy baja, tan baja que sea prácticamente imposible que ocurra.
Siempre creo que en toda verdad que se establece uno debería poder decir “esto es verdad, más allá de toda duda razonable”. Y ese “más allá de toda duda razonable” tiene que estar siempre presente en el juicio penal. Siempre se presenta un espacio para la duda, pero ese espacio tiene que ser suficientemente pequeño como para que podamos descartar la posibilidad de que eso no sea verdad.
Igual voy diciendo, voy pensando y me doy cuenta de que los estándares que se usan en el proceso penal son probablemente mucho más bajos de lo que se usan para la ciencia dura. A veces uno escucha un caso en que con dos, tres, cuatro testigos se condena a alguien. En ciencia, imagínate si dos o tres estudiantes te dicen: —che, yo vi esto—. Y vos decis: —bueno, y ¿qué más? ¿Qué evidencia tenés?—. Y te dicen: —No, lo vimos—. Mi respuesta sería: —Bueno, bien, pero andá a laburar, hace más y después charlamos y vemos si invertimos algo de tiempo y dinero en esta investigación—. El que lo hayan visto es un estándar de evidencia muy bajo. Entonces, supongo que a pesar de que deberían usarse estándares de evidencia muy fuertes, no siempre se usan. Y no me queda claro cuándo estaría bien o cuándo estaría mal aflojar esos estándares de evidencia para establecer la verdad.
IP: Para una persona que no provenga del ámbito de la ciencia ¿qué elementos debería considerar para evaluar la validez de una evidencia?
AR: A una persona que no sea del ámbito de la ciencia, si quiere saber si una evidencia es suficientemente fuerte o no, lo que le recomiendo es mirar, por ejemplo, el método que se estableció para una peritación dada ¿Fue publicado? ¿En qué revistas científicas? ¿Fue revisado por pares? ¿Cuántas veces fue publicado? ¿Cuántos grupos de investigación diferentes, con intereses diferentes, alrededor del mundo, publicaron que ese método sirve? ¿Hay artículos de revisión científica? Artículo de revisión quiere decir que agarran y leen todos los artículos que se publicaron sobre ese tema, en todas las partes del mundo, y hacen una revisión general para ver si los resultados son suficientemente confiables y la probabilidad de equivocarse es suficientemente chica como parece, para definir si ese método es correcto. ¿Los estudios que demuestran que ese método sirve están preregistrados? Cuando voy a hacer una investigación tengo que decir que la voy a hacer porque después, si la investigación no da lo que yo quiero, tengo la obligación de publicarla, aunque me dé mal. En la ciencia muchas veces los resultados negativos no se publican. Los estudios tienen que estar preregistrados para evitar lo que se llama sesgo de publicación, que se produce cuando solo se publican los datos y los experimentos que dan bien.
También habría que tener en cuenta si había o no conflictos de intereses entre los investigadores y los resultados que se demuestran, porque muchas veces los investigadores ganan un montón de plata si el resultado es positivo. ¿Fue ese el único grupo de científicos que publicó? ¿O hay un montón de otros grupos en el mundo que lo publicaron? ¿Fueron esos resultados publicados en revistas confiables? Es decir que tienen revisión por pares, que se refiere a cuando los artículos que se publican son vistos y escrutinados en detalle por otros científicos de la misma área.
Todo ese tipo de preguntas son las que yo, cuando llega alguien que hace una afirmación, hago en mis investigaciones para saber si es confiable o no ese método que me acaban de presentar. No sé si es siempre así en el derecho penal. Espero que sí, porque si no se cometerían muchos errores.
IP: En tu libro vos hablas de pensamiento crítico y de la necesidad de no solamente evaluar las ideas de otro, sino sobre todo las propias. Contanos ¿qué sería el pensamiento crítico y cómo funciona?
AR: Yo pienso que el pensamiento crítico es el pensamiento que mira al pensamiento, con esa vuelta de tuerca. La idea que mira a la idea. Porque cuando uno tiene una idea, muchas veces uno se enamora de esa idea. De hecho, las ciencias cognitivas han demostrado en los últimos años que el autoengaño cognitivo es universal. Todos nos autoengañamos permanentemente para justificar decisiones que tomamos por razones emocionales, que muchas veces desconocemos, e inventamos argumentos y razonamientos para justificar esa decisión que ya tomamos. Y no creemos que esa decisión sea irracional. Nos estamos autoengañando permanentemente cuando en realidad nuestras decisiones están en su mayoría muy segadas. Entonces creo que pensar críticamente no tiene que ver tanto, como muchos piensan, con poder criticar a los demás, sino sobre todo con poder criticarse a uno mismo.
En ese sentido, creo que es importante siempre que las ideas sean debatidas en ámbitos donde haya muchas personas participando porque si no nos vamos a estar auto engañando. Además, todos estamos presos de otro sesgo que se llama “la maldición del conocimiento”: cuando yo conozco algo, cuando paso a conocer algo, paso también a dejar de poder ver el mundo como lo ve alguien que no conoce lo que ahora yo conozco. Mi visión del mundo está completamente sesgada por eso que yo ahora conozco. Y creo que la única forma de escapar a esa maldición del conocimiento y el autoengaño es presentar las ideas hacia los demás, debatirlas, escuchar lo que dicen los otros.
Desde la década del ‘80 se conocen muchos experimentos que demuestran esto del autoengaño. Y por eso creo que es tan importante debatir las ideas y sacarlas a la luz del sol que, dicen, es el mejor desinfectante y creo que también lo es para las ideas.
IP: En tu libro hablás mucho sobre emociones e intuición y explicás que no “pensamos en frío”. ¿Es posible separarnos de nuestra emoción?
AR: Ni los jueces ni los fiscales están libres del autoengaño, de sus emociones y de lo que llamamos el razonamiento motivado por justificar una decisión que ya tomamos inconscientemente pero que queremos decir que es razonada. Nadie escapa a eso. Los jueces, los fiscales, los abogados que participan de los procesos penales, todos están sesgados y no es bueno que crean que no. Tal vez algunos piensan que no, porque ya llegaron a ciertos puertos, ya son jueces federales, entonces ellos son objetivos y lo demás no. Y eso no pasa. Uno sigue estando sesgado por sus emociones y por su formación hasta el final de sus días.
Que las evidencias sean evaluadas por un conjunto grande de gente es necesario porque si no vamos a correr el riesgo de que estén sesgadas por las emociones y los pensamientos inconscientes de jueces y fiscales.
IP: ¿Nos explicás un poco qué es el estilo de escritura clásico?
AR: El estilo clásico de la escritura es una idea que me encontré en un libro llamado “The sense of styles” de Steven Pinker(1). Es una forma de escribir que tiene como metáfora básica que el escritor no intente explicar las cosas sino mostrarlas. El escritor ve el mundo desde una perspectiva e intenta orientar la mirada del lector para que vea eso que él ve con sus propios ojos. En ese sentido, el estilo clásico de la escritura asume que existe una verdad y que es independiente del lenguaje que la revela. La prosa es una ventana hacia el mundo. La idea es que el propósito de la escritura es la presentación y su motivación la verdad desinteresada.
Entonces yo muestro la realidad desde una determinada perspectiva y, en ese sentido, también me gusta el estilo clásico porque asume que hay una perspectiva desde la cual uno mira al mundo y que hay muchas perspectivas posibles. Hay un mundo que es objetivo pero hay diferentes formas de mirarlo.
IP: ¿Te parece que este estilo de escritura podría ser útil a la hora de presentar resultados periciales, con esta idea de restringir un poco la posibilidad de mala interpretación?
AR: Me parece que a la hora de escribir cualquier cosa, inclusive una sentencia, es bueno tener en cuenta esto porque es un estilo de escritura muy claro, no tiene un lenguaje rebuscado. Solamente intenta orientar tu mirada de una forma suficientemente prolija como para que vos puedas ver con toda claridad lo que yo veo, no hay eufemismos. Es muy claro todo lo que quiero decir porque lo estoy mostrando, te estoy mostrando. Es una forma de escribir que puede servir mucho a quienes dictan sentencias porque no da lugar a las dobles interpretaciones. Te muestro esto, es así lo que yo veo. Y me parece que eso puede ser una forma de escribir que aclara mucho cuando los conceptos son difíciles.